París

La pintura de Isabelle de Kergal ofrece una visión vitalista y cambiante de París, ciudad en la que habitó muchos años y con la que mantiene un arraigo sentimental muy fuerte. Es una artista consumada que encuentra sus mejores motivos desde los paseos por las plazas, parques y calles repletas de cafés, braserías y terrazas, hasta la representación de los edificios más icónicos de la capital francesa.

Este último caso, sin caer en el hipismo ni en una visión turística, sino todo lo contrario, proponiendo puntos de vista originales y con una interpretación que sorprende tanto co su colorido y atrevimiento.

El París que retrata Isabelle de Kergal no es solo la ciudad de las luces, es una metrópolis plural, llena de rincones ensoñadores que le permiten jugar con los colores según le guía su instinto y su fuero interno, que unas veces es pausado como lo transmite en sus cuadros con azules, ocres, grises y beige, predominantes del invierno parisino, otras delicado donde rosados, dorados y verdes turquesa conviven para dibujar la belleza de los puentes y los tejados de la ciudad, mientras que otras, las más, representan escenas urbanas encendidas, vivas, que muestran rojos, violetas y naranjas subidos que animan las escenas nocturnas.