Barcelona

La arquitectura y los espacios urbanos son de nuevo los protagonistas de la serie de pinturas que esta autora dedica a Barcelona. Sus representaciones no son nunca convencionales, no dejan indiferente. Cada edificio, cada estructura, cada forma se construye con atrevidos impactos de color, con líneas que se tambalean, que se reblandecen y masas que parecen fundirse y deshacerse dando a la arquitectura un aspecto orgánico, vivo y cambiante.

La influencia de la obra de Antoni Gaudí está presente en casi todo el conjunto de las pinturas: los colores se hacen más evidentes, un mayor interés por las formas ondulantes modernistas y los planos de color que se rompen y estructuran a imitación de los azulejos y del famoso mosaico “trencadís” que tanto caracteriza a este arquitecto.

Es evidente que los edificios modernistas de Barcelona tienen un valor intrínseco por sí solo pero en las manos de Isabelle de Kergal se convierten en una fiesta para la retina, en una “joie de vivre” constante. Paseos, plazas y fachadas se inundan con colores vivos, contrastados y saturados que hacen las delicias de un público amante de la expresividad y ávido de obras impactantes y optimistas.